Cuando el ego se apodera de nosotros, detectaremos guerras por poder en la relación. Examina si alguno de estos puntos están presentes en tu relación y ponles […]
Cuando el ego se apodera de nosotros, detectaremos guerras por poder en la relación. Examina si alguno de estos puntos están presentes en tu relación y ponles un alto:
1. La necesidad de tener la razón o estar en lo correcto. Cuando creemos estar en lo correcto y defendemos nuestras posturas con creencias sociales o morales, tenemos el impulso de defendernos a cualquier costo. Nuestro ego nos dicta que en ese conflicto sólo uno puede ganar. Minamos a la otra persona para hacer triunfar nuestras posturas. Nos alejamos de nuestra virtud espiritual, donde ambas partes pueden tener su propia virtud y encontrar un terreno común con nuevos acuerdos, lo que sería ideal. Esto puede ser muy sutil, hasta llegamos a creer que la relación ya no funciona porque ha cambiado nuestro sentimiento inicial, en vez de replantear los acuerdos.
Para identificar si actúas con base en el ego en una relación, evalúa su estás atacando, juzgando, defendiéndote o queriendo cambiar al otro en lugar de rendirte a lo que es y trascenderlo para decidir, desde esa posición, cómo quieres plantear la relación o si deseas retirarte y hacerlo con base en el amor.
2. La necesidad de cambiar al otro con el fin de ser feliz. Esta es una gran ilusión, porque no tenemos poder sobre otro ser humano. Controlar es la manera en que el ego nos garantiza seguridad, pero tiene sus tentáculos operando con base en el miedo, en el temor a depender de los actos del otro para estar bien. Esta es una de las trampas más comunes y constituyen un enorme obstáculo para lograr la claridad en la relación. Pero si estamos bien con cualquier situación, el control se desvanece y el poder real vuelve a nosotros. Con base en esta fuerza podemos terminar con la relación, si esto es lo que se alinea con nuestra autenticidad, o modificar nuestros pensamientos para estar en paz.
3. La necesidad de vivir distraídos. Cuando el ser humano debe confrontarse consigo mismo, con la responsabilidad de su vida, y con la idea de su propia muerte, en gran medida siente vulnerabilidad. Por lo tanto, como un mecanismo de defensa, el ego busca distracciones. Así, se aleja de los grandes retos abstraído en los correos electrónicos, la moda, la televisión, las agendas llenas, las computadoras, etc. Pero, más aún, los seres humanos nos abstraemos con el drama que creamos en nuestras relaciones. Podemos hacer un escándalo de la última actuación de nuestra pareja, o repetir innumerables veces sus defectos, o lo mal que se ha portado; pero en el fondo lo que realmente hacemos es distraernos de nuestra plataforma espiritual. Buscamos una realidad paralela, pues no sabemos vivir ni confiar en nuestra capacidad de adaptación, mucho menos entender que somos cocreadores con una inteligencia superior. Asimilar lo anterior permite que abramos la mente y aprendamos a relacionarnos con una dimensión que mantiene un orden, aunque aparentemente no se aprecie.
4. La necesidad de sentirnos superiores o inferiores. Este es el ingrediente perfecto para el ego, ya que se crea una separación entre los seres humanos y propicia los juicios, las posturas y los ataques. Nuestro valor no debe ser evaluado por resultados ni por apariencias ni por preferencias. Es preciso reconocer en cada persona la esencia del ser. Cuando tu relación opera con alguna de estas necesidades del ego (ya sea en acción, en tu lenguaje, en tus objetivos, en tu comportamiento o en tus pensamientos), has frenado tu crecimiento personal y has permitido que te invada la falta de poder, lo que traerá sufrimiento y desesperanza. Te has movido de la capacidad de amar al desamor. La manera de disolver esta situación es respondiendo a la siguiente pregunta: ¿qué es amoroso, en este momento, para mí y para mi compañero?
El ego se vuelve tan listo que se apodera de ti cuando menos lo esperas. ¡Ahora podrás identificarlo y deshacerte de él cuando estas señales ocurran!
Con información de: El arte de la pareja; encuentra tu felicidad a través de las relaciones humanas, Alejandra Llamas
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