¿Qué ocurre en el cerebro cuando perdemos a alguien a quien queremos? ¿Por qué nos duele, por qué añoramos a la otra persona, por qué llega incluso […]
¿Qué ocurre en el cerebro cuando perdemos a alguien a quien queremos? ¿Por qué nos duele, por qué añoramos a la otra persona, por qué llega incluso a obsesionarnos? Cuando amamos a una persona, pasa a habitar en nuestros centros emocionales o límbicos. En realidad ocupa las vías de las neuronas y vive físicamente en ellas y en las sinapsis del cerebro. Cuando perdemos a alguien, sea por fallecimiento, divorcio, mudanza o ruptura, nuestro cerebro empieza a desorientarse y confundirse.
La persona vive en las conexiones neuronales, y por eso esperamos verla, oírla, sentirla y tocarla. Cuando no podemos tocarla ni hablar con ella como lo hacemos de forma habitual, los centros del cerebro donde habita se excitan en su búsqueda. La hiperactividad del cerebro límbico se ha asociado a la depresión y a un bajo nivel de serotonina, de ahí que nos cueste dormir, nos obsesionemos, perdamos el apetito y la alegría de vivir, y nos sintamos solas.
También se produce en déficit de endorfinas, que modulan las vías del dolor y el placer del cerebro, de lo que puede derivar el dolor físico que sentimos durante una ruptura.
¿Pero cómo puedes ayudarle a tu cerebro a superar la separación? El Dr. Daniel G. Amen, autor del libro, El sexo está en el cerebro, nos da 5 consejos para sobrevivir la pérdida del ser humano y acabar por superarla.
1. Ante todo hay que cuidar la salud:
Debes fijarte en lo que comer, hacer más ejercicio (el ejercicio físico es tan efectivo como el antidepresivo), pasar más tiempo con las amigas. Asegúrate de dormir lo suficiente, algunos tés pueden ayudarte a este proceso.
2. No idealices a la otra persona:
Siempre que nos fijamos únicamente en las cualidades de alguien, aumenta el dolor. Cuando pensamos en sus defectos, el dolor disminuye, porque nos alegramos de habernos librado de él. Aquí te conviene recordar, y hasta poner por escrito, los tiempos difíciles y los aspectos negativos de la persona.
3. Llorar, y después esconder las fotografías:
Al principio de la ruptura, es bueno esconderse un tiempo para sentir el dolor. Llorar puede ser una magnífica liberación de tensión que se ha instalado en nuestro sistema límbico. Sin embargo, después de hacerlo a gusto, hay que eliminar del sistema nervioso todo lo que continuamente lo desencadena. Te conviene reunir las fotos y regalos para esconderlos, al principio es mejor ocultarlos que quemarlo todo porque nunca se sabe qué puede ocurrir en el futuro.
4. El amor ha de ser duro:
Cuando, en una ruptura, nos mostramos débiles, necesitados o suplicantes, empujamos literalmente a la otra persona a que nos deje. Perdemos todo atractivo y encanto. Estar bien no solo es la mejor venganza; también es la mejor forma de estar bien.
5. Hacer «lo que hay que hacer»:
Byron Katie, autora de Amar lo que es: cuatro preguntas que pueden cambiar tu vida, nos invita a hacerlas y seguir adelante. Por ejemplo;
- ¿Es verdad? – Desde luego que sí, lo echo muchísimo de menos
- ¿Es absolutamente verdad? – Absolutamente, no. No echo de menos la ambigüedad en la que vivíamos, su resentimiento y su desengaño
- ¿Cómo te sientes cuando piensas: «Lo echo de menos»? – Decaída, arrepentida, estúpida, avergonzada, lo cual significa que lo que me torturaban eran mis pensamientos, no él.
- ¿Cómo sería yo sin el pensamiento: «Lo echo de menos»? – Sería la persona feliz que normalmente soy.
Dale la vuelta al pensamiento. «Lo echo de menos» se convierte en: » Me echo de menos». Añoro dormir bien, sin preocupaciones y profundamente, despertarme cantando, ser de nuevo la persona sana, inquieta y de éxito que siempre he sido…
¿Estás lista para cambiar?
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