Tanto si se trata de un accidente doméstico como de otra índole, la gravedad de una quemadura depende de su tamaño y de su profundidad. Una lesión […]
Tanto si se trata de un accidente doméstico como de otra índole, la gravedad de una quemadura depende de su tamaño y de su profundidad. Una lesión extensa (mayor que la palma de una mano) y profunda requiere cuidados médicos urgentes, es particular si está situada en el rostro, si la sufre un bebé o un niño de corta edad, o si ha sido causada por un producto químico. Los síntomas clásicos son rojez, hinchazón y ampollas en la piel.
Algunos consejos:
La primera acción debe consistir en detener la difusión de calor poniendo la herida bajo agua fría entre 5 y 10 minutos. Basta con un hilillo regular, ya que la presión del chorro no debe agravar la lesión. No pinches las ampollas ni desinfectes con alcohol, tan solo hidrata la herida con un poco de crema pensada para tal fin y cúbrela con un apósito. Lo importante es actuar rápido para evitar la infección y deshidratación.
Una cataplasma de arcilla:
Pon la herida bajo el grifo. Luego puedes espolvorearla con arcilla extrafina para calmar el ardor, pero no es indispensable. Después, aplica una cataplasma fría, que deberás renovar cada 2 horas. Protege la piel con una gasa fina, o pon una gasa untada de aceite de hipérico entre la herida y la arcilla. Si añades a la pasta 1 o 2 gotas de aceite esencial de lavanda se potenciarán los efectos de la arcilla.
Miel o propóleos:
Las cualidades cicatrizantes de la miel y el propóleos son perfectamente capaces de tratar las quemaduras, aunque estas dejen la zona en carne viva. Lo primero es poner la zona afectada bajo el grifo durante unos minutos, o tomar una ducha fría si se trata de una quemadura solar en todo el cuerpo. Acto seguido, si la quemadura ha causado lesión, conviene limpiar la zona con un antiséptico sin alcohol. Estos consejos son válidos con independencia del método que uses a continuación.
Con miel: aplica la miel directamente sobre la quemadura y después protégela con una compresa estéril si existe una lesión en la piel. Los apieterapeutas recomiendan este uso la miel de montaña, lavanda, castaño o tomillo. Pero no te preocupes si solo dispones de una miel de otro origen floral, ya que todas ellas son calmantes y cicatrizantes.
Con propóleos: las cremas disponibles en el mercado presentan una proporción viable de propóleos. Las más eficaces contienen alrededor del 30%. Unas 2 o 3 aplicaciones al día son suficientes. Otra solución consiste en untar la quemadura con tintura madre (solución de propóleos puro con una solución de alcohol de 70º) o con tintura oficinal, mediante una compresa estéril.
Una maceración de hipérico:
El hipérico, también llamado hierba de san Juan o hierba de las heridas, se ha empleado durante siglos por sus propiedades antiinflamatorias. Calma las quemaduras y acelera la cicatrización. Este producto se obtiene poniendo a macerar las flores en un aceite vegetal y dejándolo al sol. Ten cuidado, ya que es una sustancia fotosensibilizante, sobre todo en el caso de las pieles claras.
Cloruro de magnesio:
Sumerge la parte afectada en la solución de cloruro de magnesio. Luego aplica una compresa empapada con esta solución sobre la zona. Tómate asimismo, 1 0 2 vasos de cloruro de magnesio para ayudar al organismo a combatir las posibles infecciones.
Recuerda que si tu quemadura no es leve o superficial, debes acudir inmediatamente al médico para que éste te pueda dar un diagnóstico y tratamiento.
